Hace años que conozco a Helmar. Aclaro, que creía conocerlo. Pero, en realidad solo conocía mi proyección sobre la manifestación de una fase de su vida, matizada o distorsionada por la fase que yo atravesaba en aquella época. Volví a verle hace medio año por casualidad y en el mismo lugar de la Sierra de Gredos en el que nos habíamos conocido. Antes de saludarle, percibí que algo había cambiado en él, luego algo tenía que haber cambiado en mí y los espejos, de lejos, ya parecían más limpios, transparentes, reales. Tal vez era la forma de moverse, de concentrarse en el ordenador, de hablar con las personas que se le acercaban, de mirar, de escuchar, de estar, de ser.
Intercambiamos una breve conversación para ponernos al corriente de los años pasados. Había dejado su actividad profesional de consultor en SAP y, según me dijo, se dedicaba a facilitar unos talleres-retiro, que llamaba Clearness. Normalmente soy curioso, pero en esta ocasión no le asedié a preguntas sobre el contenido, finalidad, efectos y resultados de sus talleres-retiro.
Una semana después, estando en la piscina, que es donde últimamente tengo mis \»insights\», decidí que tenía que asistir a uno de ellos. Le telefoneé el mismo día, pidiéndole que me invitase a su próximo retiro. Inmediatamente me dijo que sí. Me envió a vuelta de correo la información correspondiente. Suelo ser un ávido lector-controlador de todo las actividades que emprendo por primera vez. En esta ocasión, no sentí la necesidad de tener información previa.
Todo seguía fluyendo: mi confianza, la suya, la logística del viaje, alojamiento, relación con las demás personas participantes…. la presentación del taller, la primera cena, la primera actividad energizante del sábado por la mañana….
Todo estaba bien estructurado en cuanto a explicaciones teóricas, aclaraciones, vídeos, esquemas, preguntas y vivencias de los \»talleristas\» y, de vez en cuando, PROFUNDOS SILENCIOS que iban surgiendo de comprensiones individuales y grupales, de momentos de gracia, esos momentos en los que se dice \»ha pasado un ángel\».
Personalmente, no era el sistema, la teoría, la lógica de la propuesta lo que me sorprendía, sino la claridad existencial de la presentación: no es lo mismo hablar que exponer con todo el ser, mostrando que lo vivido y lo manifestado es lo mismo. Que no hay distorsión entre la experiencia y la demostración, el pasado, el presente y el futuro, el ser y el estar.
La segunda sorpresa fue comprobar que la enorme diversidad de participantes en cuanto a edad, género (bastante equilibrio entre hombres y mujeres, cuando suelen ser el 80 por ciento de mujeres quienes más acuden a talleres de desarrollo personal y espiritual), situación económica y profesional, estado civil, situaciones emocionales y familiares, preocupaciones y sueños… Y, sin embargo, personas con larga trayectoria de búsqueda o de formaciones terapéuticas y personas con ninguna experiencia, nulas expectativas y expresadas resistencias, antes o después eran \»tocadas\» por algo: manifestaban alguna profunda comprensión en su vida, decidían cambiar algo, aclaraban algun temor o despejaban alguna duda existencial que les atenazaba hacía tiempo.
Mi estado durante todo el taller fue de ligereza, alegría, continuas sinapsis filosóficas, metafísicas, políticas, profesionales, relacionales, familiares…. y de la vida cotidiana. Era como ir de un \»ajá\» a otro, recordando que nunca había salido del vasto espacio sin tiempo. Estaba EN CASA, continuamente.
Decidí repetir y lo he hecho tres veces. Siempre lo mismo y siempre diferente. Pienso asistir al próximo que pueda. Gracias Helmar.