Frente a cualquier decisión hay 2 respuestas: si o no. Voy o no voy, me lanzo o no me lanzo Pero más allá del sí o no, está el “no lo sé”. El problema de esta tercera vía es que nuestra mente racional dice que “no lo sé” no es respuesta válida. Y ,automáticamente, tratamos de forzar una respuesta porque duele permanecer en la incertidumbre. Duele morar en el no-saber.
“No lo sé” abre al espacio de las infinitas posibilidades. Abre al espacio del rendirse hacia algo más grande. Hacia la inteligencia que nos atraviesa; nos abre al espacio que SOMOS.
“No lo sé” es nuestro espacio de reposo natural. Nuestro campo base. “Saber” algo es el estado de excepción. “No saber” indica, vía mente intuitiva, que la resolución no es relevante todavía. Pero el sirviente tiene problemas con esta posición y trata de ejercer el control ya que la mente racional vive en contrarios, en continua dualidad construyendo en opuestos de tiempo, de valor, de moral, positivo o negativo. Por eso resulta tan difícil aceptar un estado de “no lo sé” que es, en definitiva, un estado de posibilidad infinita.
El estado del SABER INTUITIVO, el estado de reposo, aparece cuando tiene que aparecer y desaparece cuando tiene que desaparecer. Siempre latente, siempre disponible. Así funciona este maravilloso sistema