Se que ayer te lo dije, pero necesitaba volver a darte las gracias.
Ayer me acordé mucho cuando volví a casa. No me encontré la bolsa de la basura en la puerta para bajarla, pero la sensación fue algo parecido. Y eso que no estaban los niños. Lo viví de una forma totalmente diferente.
Después, cuando fui a buscarlos, la experiencia también tenía un nuevo matiz. Como si lo viera desde otro lugar. Con otra serenidad. Y lo curioso es que tengo la sensación de que ellos lo percibieron. Bajaron la intensidad y es como si se impregnasen de parte de esa calma.
Este fin de semana ha supuesto todo un camino. He aprendido, he reído, he llorado, he bailado… pero, sobre todo, me llevo una paz a partir de la que puedo empezar a construir y la forma de volver a recuperarla cuando sienta que la pierdo.
Se que esto no todo, sino que es el principio; cuando pierda el equilibrio, sabré cómo ha sido y que sólo tengo que dejar que todo vuelva a su ser.