Hace ya cierto tiempo vengo dándome cuenta que la fuente REAL de mi satisfacción es una mente en claridad. Una mente en claridad se siente como una dicha, una ráfaga de aire fresco, un estado de plenitud y vitalidad en el que nada falta y nada sobra. Todo fluye.
Una mente clara es posible en cualquier lugar, en cualquier momento, haciendo cualquier tarea, en cualquier compañía. Puedes experimentar ese bienestar cortando el césped, preparando la cena, conduciendo al trabajo, o redactando un informe.
La práctica del coaching tradicional enseña a indagar con sus clientes acerca de los momentos de mayor felicidad, para, a continuación, ayudar a agregar más de esas actividades o circunstancias a sus vidas. Este enfoque tiene su firme fundamento en la ilusión de que la felicidad proviene de lo que estás haciendo.
Y no es que no te sientas mejor desplegando tu arte o viendo películas o lo que estés haciendo. Probablemente te sentirás mejor…si tu mente se despeja. Y si eres como la mayoría de los humanos, mirarás rápidamente fuera de ti para ver que hacer para seguir obteniendo ese bienestar.
Todo esto se basa en un pequeño malentendido:
El 100% de tu experiencia vital proviene de tu pensamiento; proviene de tu proceso o estado mental en el instante. Tu experiencia de vida se crea internamente desde dentro; desde adentro hacia afuera. Pero, desafortunadamente, la vida siempre aparece en tu consciencia como si estuviera ocurriendo de fuera hacia adentro; como si las cosas de “fuera de ti” impactaran directamente tu experiencia. No lo hacen. No lo pueden hacer. No tienen ese poder. Tu consciencia da vida a tu pensamiento como si fuera un proyector que anima las imágenes de la película, resultando así tu particular y subjetiva experiencia vital.