LA BÚSQUEDA

Cierto día, bien adentrada la madrugada, Nasrudin se encuentra dando vueltas alrededor de una farola, observando insistentemente la calzada. Casualmente pasa por allí un vecino.

– ¿Qué estás haciendo Nasrudín, has perdido algo?- le pregunta.

– Sí, estoy buscando mi llave.

El vecino, viendo el abatimiento de Nasrudín, decide ayudarle a buscar. Y juntos buscan y buscan y buscan. Al cabo de un buen rato de tan infructuoso rastreo, el vecino le pregunta:

Nasrudín, hemos buscado tu llave durante mucho tiempo, ¿estás seguro de haberla perdido en este lugar?

– No, dice Nasrudín, las perdí ALLI, pero AQUÍ, bajo esta farola, hay luz.

En mis retiros cuento, al inicio, esta historia porque refleja brillantemente la vana búsqueda -de felicidad, libertad, plenitud…- que muchos realizamos en la vida.

Buscamos la llave, no donde la perdimos realmente, sino donde hay más luz. Estamos buscando el ser en un sitio equivocado. Lo buscamos donde nos han dicho que se encuentra, tal vez, o donde nos movemos con más claridad.

Pero la llave está “en casa”, es decir: en el fondo de nosotros mismos, en el fondo oscuro de la conciencia.

Lo más interesante de este cuento es que refleja una suerte de ceguera consciente:  Nasrudín sabe que las llaves no están allí. Pero él mismo tapa ese saber. En cierto modo se narcotiza. Parece que el propio movimiento, el dar vueltas, libera de una carga o va aturdiendo a quién , en el fondo,  no quiere o le asusta despertar a su verdad. A quien le asusta despertar a la consciencia de su propio ser. A su plenitud. A su vida.

De esta manera, quizás el error que más pasan por alto todas las religiones y filosofías, incluyendo los modelos Nueva Era, es la imposibilidad de entender que aunque hacer cosas como pensar positivamente, estar «en el ahora», recitar oraciones, afirmaciones, renegar de los pensamientos negativos y escuchar a oradores famosos puede tener temporalmente un impacto positivo, todo esto no puede liberar lo que está encerrado en los profundos valles de tu mente inconsciente.

Quien tapa la búsqueda, en el fondo, no sabe que más allá de esa puerta que mantiene cerrada siempre hay algo más grande, de mayor plenitud. En el fondo no sabe lo que Werther de Goethe SABE al final de la obra: \\\»Era más de lo que podía ser porque era todo lo que podía ser\\\».

 

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